Raiza N. Jiménez E.

¿Ante el Amor, la Razón?

Me he visto caminar por el túnel del amor.

Se va escapando mi cuerpo sin decir adiós.

Te vas de mi cuerpo y hay mucho dolor.

Llegué a pensar que éramos solo los dos.

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En verdad, hoy me percato, no te conocí.

Fuiste una quimera borrosa en mi vida.

Hoy, aún miro con pena lo que por ti sufrí.

Tu desamor hizo de mí una mujer sufrida.

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Nunca nadie había conocido mis llantos.

Vivía cantando, era alegre como ninguna.

De pronto advertí que había desencantos.

Sentí que contigo había logrado la fortuna.

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Debo confesar que me siento afortunada,

porque pude darme cuenta de tu desamor.

No me acerqué a ti, tu llegaste de la nada.

Sé que alguien te habló de mi preferida flor.

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La verdad todo en ti, fue muy bien calculado.

No me diste una flor, sí un ramo de rosas rojas.

El ramo venía con un acróstico, por ti firmado.

Recuerdo, me dijiste será mejor si lees las hojas.

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Ciertamente, la curiosidad sí, logró vencerme

y comencé a leer las bellas estrofas sorprendida.

No entendía cómo sabías tanto de mi existencia,

no obstante, tus actos no lograron convencerme.

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Una vez más, le agradecí a mi talentoso instinto.

No me dejé, conquistar, antes he de percatarme.

Supe en mi oficio, que el amor es un real laberinto.

Por eso, me he dedicado a, sobre el amor, educarme.

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¡La vida siempre sorprende hasta al más educado,

me he visto y a otros que, ante el amor, han errado!