Y Rodrigo subió por el elevador del apartamento fríamente a hablar con Claudia, pero, Claudia claudica y se envenena el alma con mentiras y por claudicar o ceder su amor a Silvia para permitir que pueda hacer feliz a Rodrigo. Cuando Rodrigo no entiende, pero, puede saber que Claudia también lo ama, y eso le gusta a Rodrigo, porque en el alma y el corazón siempre quieren amar, uno dando luz y el otro contiguo dando latidos fuertes. Porque cuando en el alma se abastece de luz es cuando en el alma se tiende como las estrellas mágicas en el cielo dando su blanca luz. Si cuando en el alma quedó como la bendita luz, sí, esperando por el amor y por el deseo de amar también, y se fue enamorando Rodrigo de Claudia también, pero, Claudia claudica, cuando cede su espacio para que Silvia lo pueda amar interesadamente como él también lo hace. Porque cuando el corazón manda no hay quien lo pueda detener. Cuando en el trance de la verdad se vió Rodrigo aterrado y mal intencionado y devastado de iras insolventes de querer amarrar el alma en el alma de Claudia, si, Claudia claudica y cede el amor a toda costa. Cuando, de repente, cayó en un sólo trance de la neurastenia amarrando el alma y el amor en claudicar o ceder el amor en el corazón de Rodrigo, cuando en el alma se vió en el pasaje de dar con el silbido hacia uno de los tiempos más inertes. Si ella Claudica, pues, teme a que Rodrigo sea infeliz, desnudando el ocaso o el instante en que se cuece el alma de tiempo y por más desastres en que se cree en el tormento de dar con el alma muerta de espantos. Y subió el elevador hacia el apartamento de Claudia para hablar con ella, acerca de ése amor que los calcina a ambos, cuando en el alma de Rodrigo se siente como el desastre solo y en un compás se acerca en decidir que el alma le da luz apacible, con calma, y con tanta tranquilidad. Cuando en el juego de creer en el amor Claudia claudica o cede el amor y su espacio a Silvia desinteresadamente. Cuando en el ambiente se cuece en la forma de dar con la pasión viva y con el alma a cuestas de la verdad. Si en ese apartamento está la ilusión y el amor y la pasión viva con el alma inconsciente, pero, devastada de iras. Y se sabe que el deseo y la ambigüa desesperación se siente como el gran presagio de creer en el combate de dar con el alma a cuestas de la razón. Y ella, Claudia, abre la puerta, pues, al otro lado de la puerta había un hombre, el cual, Claudia ama con todo su corazón. Buscando una alternativa de amor lo mira y le sonríe sin más que la razón perdida en locura y en una sola tortura, cuando en el alma se siente como el suave desenlace final de dar con el alma a cuestas de la única salvación de ese amor. Cuando en el ámbito terrestre de dar con el alma se dió como la suave calma en creer que el amor entra por la puerta y, sí, que era él, Rodrigo. Y entró por la puerta, pues, el tiempo y más el ocaso se fue como llega la noche fría a enredar el alma de fríos y de gélido mal desenlace. Cuando el alma llega en ser como el ánimo desastroso, como el instante en saber que el deseo se convirtió en una cruz y tan mortal como la daga que hiere y más en la piel. Si en el desenlace cruel y por mirar lo imposible de dar con el alma hasta sucumbir en un mal delirio le mira Claudia a los ojos de Rodrigo, y ella casi se derrite, pues, es su único amor. Si en el corazón de Claudia claudica como lo fue amar personalmente a Rodrigo. Y sí, que fue una manera de creer en Dios, cuando en su forma de ver y de creer en la forma de amar de Rodrigo le ofreció un amor clandestino, pero, muy eficaz y muy pasional y Claudia claudica o cede su amor y su forma de amar y de creer en el alma devastada de fríos y de converger en un sólo mal tiempo. Cuando su amor y su forma de amar quedó por siempre dentro del alma de Rodrigo, cuando ella le expresa que era mejor esperar a que Silvia desinteresadamente lo dejara de amar. Rodrigo se marcha lejos de allí, y toma el elevador y se marcha de ese apartamento. Y ella, Claudia lo persigue si ella se siente tan mal, herida y dulcemente amarga. Cuando deja la puerta de su apartamento abierta, si ella lo persigue como queriendo amar dentro de ese apartamento, dejar la pasión amada y más conceptual por querer amarrar el deseo inocuo, pero, transparente. Es como seguir y perseguir el amor y en la calma y en la persecución de un buen amor que quería con ella todo, pero, que ella queda impregnada de ese amor y de esa pasión mal inconsecuente. Cuando arde en el tiempo y más en las manos de ansiedades efímeras y de un sólo por qué. Si cuando en la noche llegó como hoja en otoño o como frío en el invierno, o como las rosas en primavera, cuando en su afán de seguir al amor, prosiguió un instinto frívolo y candente en la forma de atraer en el instante una verdad. Cuando en el aire socavó muy dentro el aire que le quema la misma piel, en cuanto al forjar un sólo bien entre ambos, pero, en verdad que le hacía un mal. Cuando ella, Claudia claudica o cede su amor, pero, en esa vez sólo quería amar a Rodrigo. Cuando a su vez se llenó de ideas claras, pero, autónomas de saber que en la noche se sabe que el deseo comienza en el alma destrozando el alma en contra de una sola voluntad. Y subió Claudia al elevador cuando apenas Rodrigo se marchaba lejos de allí de ese apartamento. Cuando en el alma se vió como el desaire o como el mismo aire perfumando todo como aquella vez en que se vió el reflejo del sol, cuando en la alborada se cuece de almas puras devastando en el alma. Cuando en el alma se sintió como el agua correr por la vertiente o como la cuneta llena de agua, pero, no agua de cristal. Cuando en el trance de lo imperfecto de una mala situación en que se guarda el corazón lleno de amor, cuando en el alma se abasteció de calma sosegada de espantos nocturnos cuando la extensa noche llegó.
Continuará………………………………………………………………………………………….