Madrugada sutil,
brisa en creciente
perfumada de menta,
jazmín y albahaca.
Por sobre la laguna
la luna pasa,
enjuaga sus cabellos
de seda y plata.
En el brocal del pozo
la alondra canta
y estrellas se deslizan
en su espejo de agua.
La paz duerme profundo
dentro de casa,
bajo sábanas blancas
la piel descalza.
Sueños de tantos sueños
el alma abarca,
atravesando océanos
en viejas barcas.
Un corazón que late
siempre a la espalda
del amor que aun espera
tras las montañas.