Vengo desde tu mirada, como ave soñando el horizonte
Con la pupila despreocupada, posada en la flor del alba
Descendiendo al río incomprendido, que humedece el vientre de la tierra
Que alimenta el manantial cristalino, reflejo de amaneceres
Inocentes, inmaculados.
Vengo desde tu raíz, como árbol fecundado en tu vientre
Atormentado los escombros del pasado con tu luz que lo obtura
Pleno de pasión, desheredado de la soledad y el silencio
Como carbón ardiente en las entrañas de la tierra
Vengo desde el vértigo que me produce tu abrazo
Avizorando el horizonte con cada latido en mi pecho
En las miradas que otean el horizonte
Sobre montañas abiertas como senos virginales
Vengo desde el aliento que me regala tu boca
Como inspiración de vida en las tinieblas de mi edad
Donde se abren mis ojos con el viento del norte
Para descubrirte doncella
Sobre la desnudez de mi almohada