José Luis Barrientos León

Vengo desde ti, amada

 

Vengo desde tu mirada, como ave soñando el horizonte

Con la pupila despreocupada, posada en la flor del alba

Descendiendo al río incomprendido, que humedece el vientre de la tierra

Que alimenta el manantial cristalino, reflejo de amaneceres

Inocentes, inmaculados.

 

Vengo desde tu raíz, como árbol fecundado en tu vientre

Atormentado los escombros del pasado con tu luz que lo obtura

Pleno de pasión, desheredado de la soledad y el silencio

Como carbón ardiente en las entrañas de la tierra

 

Vengo desde el vértigo que me produce tu abrazo

Avizorando el horizonte con cada latido en mi pecho

En las miradas que otean el horizonte

Sobre montañas abiertas como senos virginales

 

Vengo desde el aliento que me regala tu boca

Como inspiración de vida en las tinieblas de mi edad

Donde se abren mis ojos con el viento del norte

Para descubrirte doncella

Sobre la desnudez de mi almohada