Esa luz astral y cegadora,
es la llama de nuestro corazón,
que arde, y enamora,
cuando aparece su resplandor.
Esos luceros abrillantados,
que envían bellos mensajes,
con signos iluminados,
en románticos y bellos pasajes.
Son la prueba de nuestro amor,
que expandido por el firmamento,
en noches de mucho claror,
parpadea nuestro sentimiento.
Los asteroides son la venganza,
de un amante resentido,
es Cupido quien nos lanza,
flechas de amor, y no de olvido.
José Antonio Artés