Martha Esquinca

Bendecida

Explayo la mirada de la tarde

sobre el retrato de mi niñez,

sobre los ríos conjugados de fe

que fluyen claros en mi cabeza.

 

Agradezco la luz que me abraza

y transcurre frente a mis ojos

al cortar pétalos del crepúsculo

que se vierten sobre mis días.

 

Bendigo mi luz primera, la inesperada,

el descubrirme de humedad y sangre,

de pasión artesana y remansos de paz

para articular mi constante travesía.

 

Agradezco el recinto sapiente,

las letras como islas del universo

tentadoras delicias que me sumergen

en eslabones de imaginación y tinta.

 

Bendigo las manos abiertas

como caminos de agua, de vientos,

del cielo tangible y tierra etérea

donde abren brechas las emociones.

 

Bendigo el hogar forjado,

el capullo que fue mi vientre,

la luna confidente de mis desvelos

con alas grávidas de esperanza.

 

Agradezco la palabra sagrada,

la plegaria donde concordamos,

la noche desgarrada y la serena 

que hacen la mesura del ser.

 

Afino mi voz volcada en gratitud

vivo sin confusos secretos

y soy mujer artífice de mi historia

templada, afanosa y bendecida.

                                         Martha Esquinca