Podría escribir más párrafos en honor de aquella reminiscencia de días; en los cuales no esperaba ser arrebatado de tu escolta.
Pero heme aqui con la conciencia obnubilada, desacatada o quizás sea una epifanía más que no he logrado descifrar en este breve coloquio personal.
Me remito a este lugar, a los viejos parajes que me enseñaron el arte galenico. Entre verdes y recuerdos del ardid que formó a este discípulo de Imhotep.
Aun recuerdo esa tenue sonrisa que me recibió con paciencia y compasión. En los dias que la saudade era de un profundo gris, el vórtice de melancolía.
Solo puedo deshacerme en halagos para lo que descubrí tras el velo que dispones con singular astucia.
Tras aquella mirada tímida que con sumo cuidado saluda a la vida y sus dolientes. La misma que no espere me dejara prendado a baladíes de una narración que pensaba estaba sumergida en una pretericion.
Si he de ser sincero, correr hacia ti no seria insensato, pero las pausas son el aspid en esta peculiar historia .
Alter ego de mi desolacion...Pasaran las vendimias y mis años mozos pasaran a ser cicatrices de plata y testigos de la alexitimia encarnada, en los parajes de una existencia cansada.
Mi meditación será más severa a medida que pasen los estios. Me preguntare la valía de aquella magnánima campaña, motivo de encomio o no, me llevo a las afueras del nosocomio a rogar por aquella ayuda a las angustiosas noches de insomnio.
Lamento que solo quede de esta interacción; el humor estancado y las almendras amargas, a tan vapuleado recorrido
Fue un gusto recorrer aquellos cruces con tu compañía. Y estar plenamente consciente de aquel momento sordido. En el que las buenas intenciones no fueron suficientemente fuertes.
Para aquella alianza que deseaba ser un testaferro perenne en medio del monzon.
El anacronismo plasmado entre líneas abotagadas. De este, el relato que entre el acerbo y sus bemoles, te recuerda.
¿Que puedo hacer?¿ Acaso embelesar un discurso fúnebre?. pues seremos anatema una vez más. Y las miradas serán jirones de un pasado ido y que a pesar de su amarescente retrogusto recordare con una sonrisa.
Los cuidados que no tuve con aquel paraje de encantos singulares, me reclaman una explicación para este entuerto. Pues entre ocasos de escarlata poseía mi vista, para caer en el vaho de sus encantos , pues a merced del carmesí de sus ropajes. Aprendí a dilucidar las astucias de aquella rubra efigie. Cuyo nombre solo veo en borrascosas memorias.
Hoy entre odres que cargan los mostos de aquella desidia. Solo espero que los soliloquios que con cada crepúsculo emanan de esta meditación, lleguen a ti. Como las sonrisas que escondias tras el velo carmesí.
El mismo que entre subterfugios me trajo de vuelta por un momento a aquel momento en que abrasé tu recuerdo por última vez.