Primer poema: El cuerpo de una Mujer.
Como esa dulce poesía soñada
que en la blancura sabrá hacerse rima;
ese paraíso de tierra encantada
que eleva a una inspiración divina.
El cuerpo de una Mujer enamorada
es esa fantasía que a menudo se pierde
en esa rima por ella soñada
de poetas imberves.
Siempre soñaré ser parte de ahí
donde mis versos se han de perder,
porque su cuerpo es para mí ese matiz
que a mis rimas han de poseer.
Su cuerpo es esa melodía
que mis penas han de cantar
para perderse en su dulce fantasía,
para aliviar mi propio malestar.
Sé que su cuerpo para mí será
ese poema que querré poseer,
pues, en sí mi oscuridad inútil será
por esas curvas que serán mi amanecer.
Segundo poema: Seguro que un día serás mía
Sé donde pueden ir a parar mis palabras;
sé que mis rimas en tu piel serán caricias,
sé que un día por mí quedarás marcada
cuando de mis versos sientas avaricias.
Sé que un día serás mía.
Sé que en tu cuerpo soy esa fantasía,
esa que siempre soñaste tener;
como embriagada por tí mi rebeldía,
tú serás ese poema que he de poseer.
Sé que tus ojos son para mí esa noche
que siempre quiso perderse en su oscuridad;
sé que por mí tú serás más que versos
de esos que llevan tu sensualidad.
Sé que un día serás mía
y yo seré aquel que has de amar,
porque no hay más bella melodia
que este poema en tu piel te ha de dar.
Sé que puedo hacer que eso se cumpla,
porque soy tus versos en la oscuridad
de esa noche en que viviré en tu jungla
para ser tu poeta por la eternidad.