Sobre agrietados paraguas
reventó el dique del cielo
saturando de humedades
los tormos en dique seco.
En la expansión de los charcos
chapotean los reflejos
de mil nubes conjuradas
contra bancales desérticos.
Los caracoles estiran
sus gelatinosos cuernos
hacia un claro entre los chorros
para salir de paseo
por resbaladizas piedras.
Los litros caen por cientos
de una desbordada atmósfera,
y se encuentran satisfechos,
al saciar sus mediciones,
los pluviómetros sedientos.
Una gota absorbe a otra
en la cima de un espejo,
y al sumar sus cuerpos bajan
sin piel que les ponga freno.
¡ Zeus, acho, cierra el tablacho
ya! que tengo el chubasquero
como un boniato licuado.
Relájate y, por lo menos,
dale un respiro a las nubes
hasta que llegue el invierno.