Lloró el pintor por el desamor
y quiso llevar sus sentimientos al lienzo.
Con el rojo comenzó pues el dolor que le hería, en ira lo convirtió.
El naranja agregó por la perdida ilusión.
Negro por sus noches frías, tan largas llenas de insomnio.
Su pincel no detenía y celeste añadió.
Apareció el amarillo,
su rostro se transformó,
el cuadro se iluminaba; había un rayo de sol.
El blanco le trajo calma.
Con el verde la esperanza en su pintura vivió.
Miró al lienzo y suspiró.
Del futuro hizo templanza y al voltearse, sonrió.