Hace frío desde el último recuerdo.
Llueven sin remedio las palabras.
El viento suena como un prolongado suspiro,
y la Luna, ¡ah!, hoy está ensangrentada.
No me sonríe más tu boca.
No me consuela más el sueño.
Ya no vive más mi corazón
y mi mente ha perdido la razón.
He soñado demasiado en un respiro
con tu suave caricia y con tu voz
que me habla al oído del amor,
pero todo eso es sólo mi delirio.
Eres una triste mirada borrosa.
La visión de la estrella más hermosa.
El rostro de la vida,
y en la muerte, mi dulce desengaño.
Tan tímida sonríes a lo lejos
mientras yo, por ti, cada día muero…
Sin palabras que susurrar a tu oído;
sin deseos de pensar en el olvido;
sin sueños donde volver a mirarte;
sin caminos para poder acercarte.
Y sigues sonriendo, a lo lejos, pero no para mí…