Cuando, de repente, se vió Claudia decidida en salir de allí urgentemente, delicadamente, pero, elegantemente. Y tan veloz como el ave encuentra libertad, cuando su esencia y su estadía se siente como el juego de ver la cruz que lleva a sus espaldas. Cuando quedó encerrada jugando un sólo juego, en el cual, se siente como la osadía de dar en la noche fría un sólo sentido y una extensa noche, sin poder culminar. Cuando en el embrague del tormento se siente como el final desenlace de creer en el sentido adverso de dar con la salida y con la transparencia de seguir hacia adelante como el cristal de un diamante en que es tan translúcido y como su propia alma. Cuando en el suburbio de la forma de dar con el dolor se vió aferrada y fríamente herida en el amor y en la pasión desnuda de creer en el alma en contra de creer en la noche fría de sentir el fuego por delante de la verdad, cuando en su afán se dedicó en ser como lo principal de un todo como desnudando el deseo de entrever el desafío inherente en la misma piel.Y destrozando el alma fría se converge en adelantar lo que más crece en el alma devastando lo más crudo de la realidad, de sentir el silencio entre ambos corazones, cuando en el tiempo y más que eso en el alma llena de tiempo y de superior desafío se identificó el alma de desafíos fríos. Cuando se da lo que tiene que ver en la sola razón de creer en el suburbio autorizando lo efímero y lo más real de dar con el alma llena de un imperio desafiando cuando en el alma creyó en el mal desastre de converger en una sola sola alma destrozando la ira y más el valor oculto de convertir a toda razón de dar con el alma a cuestas de la cruda verdad. Cuando en el ámbito terrestre Claudia vuela como un pajarito dentro de su propia jaula, cuando en su afán de dar con el silbido se siente como el imperfecto momento de dar con el silencio automatizado en la espera y tan inesperada de dar con el dolor en su alma por no poder detener el tiempo y correr hacia los brazos de Rodrigo. Y Claudia yá no quiere claudicar cuando dentro de su alma, se siente como el propio silencio de dar con el principal desenlace de sentir con el alma llena de fuego y de suave clandestinaje cuando en su propio destino se aferró a mirar hacia sus propios ojos de entrever el desastre de dar con la magia trascendental de dar con el alma muerta de vida y de amor también, cuando en el alma se obtuvo de sensaciones tan buenas y tan trascendentales como el delirio de dar con lo suave de dar con el alma en pedazos vivos, y de deseos latentes cuando en el alma fría se siente como el silbido de dar con el alma sangrando de dolor con el alma viva y destrozando el alma por una verdad y tan infinita de dar con el silencio, a muerte segura como el desastre de creer en el alma sin la luz del amor de Rodrigo. Cuando en el alma se siente como lo delicado de un sólo deseo de creer en el alma devastada en saber que su momento llegó como el tormento de dar con la vida sintiendo en el alma un frío devastador. Y en su alma una frialdad se siente como el sol en cada gota que siente la piel misma. Cuando Claudia no claudica no cede ni renuncia nuevamente, cuando en el instante se cuece por la verdad de dar con el silencio amando lo que ella creyó en ser una extensa noche encerrada en ese elevador. Cuando en su instante de dar con el alma y con el corazón, devastando lo efímero y lo perenne de dar con el sol desde sus ojos sintiendo el calor de ése hombre, por el cual, ella ama con todo su corazón. Cuando en su momento se dedicó en fuerzas desnudando lo que converge en el alma destrozando lo que más da en el silencio de un atroz y de un siniestro y tan frío tormento, cuando en el alma se enfrío de tiempo y de invierno crudo como el mismo imperio desafinando en el corazón la fuerza en amar lo que crece en el alma desnudando con toda su luz. Cuando en su afán de dar con el alma se purificó el alma creyendo en el alma desnuda en dar con el fácil instante de creer en el alma destrozando el alma llena de deseos. Llenando el alma de deseos de querer el alma llena de un amor inerte e inherente y no tan cobarde como lo fue amar desde los latidos del corazón. Si, Claudia yá no claudica ni se perfila el desastre de sentir el silencio en el alma soslayando en el tiempo y más en el desenlace de dar con el reflejo de dar con el sol en los propios ojos sin llorar en el tiempo, como se siente en el desenlace de dar con el alma a ciegas. Cuando en el alma se sintió como tanta verdad se cuece como el alma, pero, sin la luz del alma y más la de Rodrigo, Cuando la extensa noche se convirtió en sangre y dolor, de espera y de malas circunstancias de dar con el alma devastando, lo que se cree en el alma como un sólo tiempo en desastre de dar con el alma y desafiando el comienzo de dar con lo cumplido de converger un momento en que se siente, como el sueve, pero, tan inocuo instante, cuando en el alma se sintió como un torrente de malas sensaciones si en el tormento se siente como la suave lluvia que cae desde las afueras de ese elevador, por el cual, se siente como el desafío inherente y trascendental. Y con fundir el desastre, de creer en el alma fría como un desafío suave y mal inconsecuente de dar con la lluvia un sólo desafío, y tan mal y devastado de pureza y de ingrato tormento. Cuando en el silencio se siente como el suave delirio y tan devastador como en alrededor se sabe que el desastre se siente como el inicio de querer amarrar por hacer falta a un amor destrozando a su corazón. Cuando en su afán de dar con el silencio se sintió desafiante y electrizante como dar en ese encierro total su crudo pensamiento y su devastador sentido en el corazón. Y amando lo que Claudia siente como el deseo de dar con el corazón un tiempo de entregar el corazón nuevo y por una virtud extrasensorial, en que no caduca el sueño de dar con el reflejo de todo un sol. Cuando en el alma se entristeció de un momento cuando en la alborada para Claudia no nació un sol. Y destrozando el alma como inicial, lo que creyó, en un embrague de tiempo y de un desastre enemigo del corazón. Y desnudando la claridad en el alma y soslayando un temor dentro del desenlace sintió el suave delirio de creer en el alma desnudando el tiempo y dentro de la extensa noche y tan fría se siente como el desafío en el alma encerrada de tiempo y de insegura alma dentro de un cuerpo como jaula y Claudia yá no claudica más, cuando en la extensa noche se siente como desapercibida el alma sonriendo y callando un dolor perenne de creer en el alma sola, y en una soledad devastada por el tiempo, por el ocaso vivo y muerto de espantos ciertos de creer en el alma fugaz. Cuando fue tan audaz el creer en el viento correr entre aquel apartamento cuando dejó la puerta abierta. Y sus vecinos sabían que se había atorado elevador con ella adentro, si en su apartamento dejó su móvil telefónico tirado allí de frente a la puerta abierta. Cuando en el trance de la verdad se aferró al desierto mágico y conceptual de dar con la mala situación de dar con el dolor una desventura o un mal infortunio de dar con el alma a cuestas de la sola razón. Si dentro de la noche vive y se desvive el trance perfecto de dar con el alma a ciegas de la sola razón, cuando en el alma se siente como gota a gota, desnudando la pasión fresca de un sólo tormento de dar con el calor del mundo. Si en el ocaso y en el huerto de su corazón entristeció de un sólo encierro devastador de encerrar el alma en ese elevador. Y su alma y su corazón se llenó de iras insolventes sin salida y sin más que el desastre de converger en el alma una triste conmisera de creer en el alma a cuestas de la sola razón. Cuando en el altercado frío y desastroso de mirar con una mirada fría automatizando la espera de esperar lo inesperado. Cuando en el alma se siente como el frío y tan álgido porvenir incierto de decir lo que encierra el temor de ser incierto con la penumbra y la sola soledad. Cuando en el alma se da como el aire provisional en la piel, porque converge una sola soledad, de creer en el alma a ciegas cuando en la extensa noche se siente como el desastre de creer en el alma petrificada por un sólo espanto nocturno. Cuando sintió Claudia si yá no claudica, y por temor incierto de creer en su verdad una sincera atracción, pero, tan desafiante. Cuando en el alma se cuece de escalofríos cuando cae el elevador hacia abajo de esos apartamentos, y cayendo hacia el más nefasto de los desenlaces no cree ni siente que ha llegado el final. Cuando se siente que su mundo se convierte en un sólo desastre de dar con toda su virtud. Cuando se siente como el desastre de quedar con el silencio automatizando la espera de entregar cuerpo y alma y tan álgida como el invierno electrizando la espera y tan inesperada en ser salvada aunque sea por amor. Cuando en su tiempo y más que eso se siente como el desafío incoloro de atraer el alma hacia el frío nefasto de creer en el alma a ciegas, destrozando la verdad inocua de creer en el alma imperfecta de querer salir con salida de ese elevador mal inconsciente. Claudia agarra a su alma en su más extensa noche, teniendo la delicada sensación de creer en el alma a ciegas destrozando el aire dentro de la extensa noche en que se sabe que el delirio es tan frío como el mismo ańimo de creer en el desierto, de creer en el alma fría como el desierto mágico de dar con el alma tan desolada como tan fría, cuando en el camino se siente como el frío desastre de creer en el alma petrificada de espantos y de nocturna soledad que encierra la cobarde atracción de dar con el reflejo del sol aunque fuera con sus propios ojos desnudando la verdad. Cuando en el ámbito terrestre de soñar un sueño sólo se sintió desafiante y con una tortura en locura por la claustrofobia en que Claudia yá no claudica más. Cuando se aferró el mal deseo de creer en que el delirio frío se automatizó en la espera y tan inesperada de dar con el reflejo de dar con el sueño en una cruel pesadilla, en la cual, se perfiló el mal deseo de converger en el alma con una sola mentira y tan real. Cuando en el alma se siente a que el deseo se entristece de espantos nocturnos cuando se encierra el alma como un pajarito sin libertad sin ambiente y sin un destino. Cuando Claudia no teme sino que lleva más de ocho horas encerrada en claustrofobia con temor a ser devorada por el tiempo, y más por el deseo en ser extremadamente inherente. Cuando siente Claudia sin más que claudicar aferrándose a una sola verdad en que el tiempo y su forma de amar se vé aterrada a dejar de soñar. Y sólo sintió el desastre de converger en una sola mala atracción de creer en el desierto efímero, cuando sus vecinos sólo llaman a Rodrigo mediante el móvil telefónico de Claudia cuando ella lo dejó frente a la puerta abierta al salir corriendo en busca de ese amor que salía de ese apartamento y de su vida. Y Rodrigo llega a ese condómino en busca de ese amor que quedó encerrado en ese elevador por tanto tiempo y en tantas horas inertes. Cuando Claudia desmayada en pleno elevador y encerrada dentro y sin salida, no quiso más el amor, cuando Rodrigo se siente como órbita lunar sin poder atrapar el deseo de converger en el mal desastre de creer en el instinto de Claudia. Y Rodrigo amando a Claudia y Claudia a Rodrigo. Y el instinto se tornó desesperadamente inocuo y trascendental, cuando el alma de ambos se aferró a decidir en que se pierde todo como si fuera un sólo desastre en querer entregar el deseo de amar lo que más tiene que dar en el mismo corazón. Y sin entregar la sola razón en querer amarrar el mal deseo se detuvo en converger el mismo desastre de creer en el mal y tan incurable de dar con la locura de querer seguir amando a pesar de sentirse encerrada y con un mal entre sus sienes desde su propia cabeza. Cuando en el delirio frío Claudia se aferró al desastre de creer en el mal desenlace de creer en el alma a ciegas por atraer el porvenir en camisas de un sólo instinto atrayendo en el comienzo un final amoroso, pero, clandestino. Cuando Claudia no más claudica si en el trance de lo imperfecto se vió llena de espanto y de inseguridades abasteciendo la calma y tan fría y mal inconsecuente. Cuando en el alma está fría como la verdad que aún vive, cuando en el tormento de su propio destino y de su camino funge como el mismo imperio soslayando una pena y un dolor de eso que en el alma no fue suficiente tener. Cuando su alma no dió penumbras ni soledades ni sombras sino una distancia en que el alma de Claudia no claudica más en el tiempo ni en la extensa noche. Cuando en el suburbio autónomo de la creencia y ella desmayada cuando ocurre el mal delirio de caer como cae la nieve en el alma fría. Y Claudia, si claudica como el universo frío, inconsciente y terrible como la forma de ver el cielo de gris cuando ama Rodrigo a Silvia interesadamente como siempre. Cuando, de repente, se detiene el tiempo y más que eso, la extensa noche se había marchado lejos cuando llegó en el alma un amor volando lejos como la primera vez en que el instante se vió como la órbita lunar hacia ver el cielo automatizado en la espera y tan inesperada. Cuando en el alma se vió aterrizando en el suelo como poder sentir a su alma caer desde el cielo alto. Y se abrieron las puertas del elevador, cuando, de repente, Claudia casi desmayada abre los ojos casi asfixiada sin aire acondicionado porque la conexión se había desinstalado con la estruendosidad del evento cuando el elevador se detuvo en el mismo instante en que Rodrigo llega a abrir las puertas del amor en que el destino se hace y nace como el principio inocuo por un sólo desastre en querer abrir el deseo y revivir hasta el alma en que se detuvo el instante en que el inicio de un todo se abasteció de un sólo comienzo, cuando yá Rodrigo se había casado entre esas diez horas con la interesada de Silvia. Y abrió las puertas del elevador, cuando en el tiempo cayó como un sólo desmayo en que el silencio se siente cuando Claudia yá no claudica si dejó su alma como a su cuerpo postrado en ese elevador yá muerta. Y Claudia yá no claudica más.
FIN