Dos gatos pardos maullaron
llegando la madrugada
y en esa noche nublada
solo sus ojos brillaron.
Y maullaron o lloraron,
sabrán ellos qué sentían
porque asustados veían
sobre aquel tétrico techo;
quizá, había algo al acecho,
y lo peor presentían.
La luna con brillo opaco
en fase cuarto menguante
salió por un solo instante
presagiando algo bellaco.
Y voló aquel pajarraco
con sus alas extendidas
porque eran su salvavidas
del ataque de felinos
con sus colmillos muy finos
y sus garras aguerridas.
Y los gatos se asustaron
al ver volar aquella ave
y su canto fue la clave
porque los gatos saltaron.
Pero nunca la atraparon,
aunque hicieron gran hazaña
porque, siendo un ave extraña,
voló y voló hacia el poniente,
saliendo el sol al oriente
sobre una espesa montaña.
¿Cuál será la moraleja
del cuento que tú has leído?
¡Nunca vivas distraído,
que la vida es muy compleja!
Hoy el cuento te aconseja:
«No te fíes de los gatos.
Sus instintos y arrebatos,
son los de tigres hambrientos.
Buscan sus propios sustentos,
aunque sean pelagatos»