De las diosas de antaño tu tomaste
ese regio esplendor de la violeta;
y su encanto divino les robaste,
pues lo tiene tu mágica silueta.
Como un ángel de Dios a mi llegaste
dando luz a mis sueños de poeta;
y con rayos celestes alumbraste
mi sombrío vivir de anacoreta.
Eres tú la galante poesía
con el aura suprema de belleza
que engalana del mundo sus vergeles.
¡Hoy mis horas se llenan de alegría
al sentir el calor de tu tibieza
que es perfume que inspira mis rondeles!
Autor: Aníbal Rodríguez.