El estrépito se escuchó lejano y vago,
luego sumaron altos decibeles de sirenas
cuando la advertencia del doloroso estrago
adelantaba la fúnebre presunción de penas.
Adolescente en todo su largo sobre la roja calle
que su placidez parecía un bello ángel declinante
en la lívida serenidad adolescente de su alado talle,
estatuaria beldad…menos en ese párpado sangrante.
-“¿ Qué pasó aquí?”, de repente reclamó balbuceante
veinteañero conductor etilizado, baboso por borracho,
anuncio de ex humanidad ya derivada en vil estropicio.
Anulados sus estados de conciencia en fétido tacho,
maligna creció existencia botellona en total desperdicio:
se llevó al joven serafín inocente por vicio tan asqueante.