Alfredo Saez

-Maldito beodo-

 

 

El estrépito se escuchó lejano y vago,

luego sumaron altos decibeles de sirenas

cuando la advertencia  del doloroso estrago

adelantaba la fúnebre presunción de penas.

 

Adolescente en  todo su  largo sobre la roja calle

que su placidez parecía un bello ángel  declinante

en la lívida serenidad adolescente de su alado talle,

estatuaria beldad…menos en ese párpado sangrante.

 

-“¿ Qué pasó aquí?”, de repente reclamó  balbuceante

veinteañero conductor etilizado, baboso por  borracho,

anuncio de ex humanidad ya derivada en vil estropicio.

 

Anulados sus estados de conciencia en  fétido tacho,

maligna creció existencia botellona en total desperdicio:

se llevó al joven serafín inocente por vicio tan asqueante.