La sombra que nace bajo mis pies
Parida de soledad y hastío
Como ofrenda silente de la mañana que muere
Acariciando la tarde,
Danzando al viento que percibe su muerte
Desciende a la tierra, besando los terrones
Como humectando de esperanza el espacio que habita
Superficial sobre la greda, sin deshojar promesas
A la espera de la luz que ciega su pupila de ensueño
Opacidad de mi alma que se entrega y abandona
Alrededor de la nada que se refleja como abismo
Muda, sin garganta de atisbos
Libre de pensamientos que condicionen libertades
Sombra de figura, sin rostro ni miradas
Arrodillada a mis pies, adorando las memorias
A la orilla de mi ánima en el exterior de mi espíritu
Palpándome en silencios en la inmovilidad del tiempo