Puse mi fuerza y mi tino en un lance certero.
Soy arquera de nacimiento entre lanzas crecí.
Era precoz y a escondidas veía tirar al lancero.
Nunca sentí miedo y a lanzar oculta me atreví
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Acudía con mi padre a esas faenas deportivas.
Era un ambiente de lanceros con buena fama.
Mucha elegancia lucían, las damas ejecutivas.
Observe’ a mi padre muy atento, con una dama.
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A mí eso no me afectaba, no era una chica celosa.
Me encantaba ver a la gente feliz y en sus logros.
La algarabía por cada triunfo se volvía contagiosa.
Otros, menos dotados, realmente hacían milagros.
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Hoy al mirar al pasado me siento muy afortunada,
al poder echar un cuento lleno de lindas verdades.
Todo se lo llevo´ el tiempo y yo fui, su niña mimada.
Pero, al hilar esos recuerdos surgen las novedades.
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¡Recordar es volver a vivir lo que nunca se ha ido
y se trasfigura en un ejercicio grato y entretenido!