Bajo un cielo claro, sin cicatrices
Emprendieron nuestros pies el camino
Sin distancias entre los huesos y los paisajes
Liberados por la paz que, como aliento,
Expandía nuestros pulmones al infinito
Un baño de jazmines, gaviotas en pleno vuelo
Rocas musculosas que se resignan a nuestro paso
Sonidos más a allá de sílabas en el viento
Luces brillantes y pequeñas,
Liberando las líneas de la tierra
Universo de montañas y de esferas
Nuestras manos que se posan en los muslos
Mirando atardeceres extinguirse,
Latidos que se escuchan en las brumas
Perplejos, abrumados
Ante el roce de la piel y nuestro aliento
Agua que se engendra en la montaña
Reflejando el sol en mi retina
Memoria que se llena de tu aroma
Bajo el cielo azul,
Marino, de Ballenas