Beyders Ortiz

Tormenta

Pero al llegar la noche ella me tomaba entre sus brazos, el viento golpeaba las paredes y comenzaba a llover, gota a gota iba llegando, se escuchaba venir a lo lejos la feroz tormenta, ésto era así desde aquella noche, no era invierno, pero parecía cada noche algo eterno.

Sólidas y frías eran las horas, la luz de los relámpagos permitía ver con claridad el devastador paisaje, mojado, gris y desolado. El viento como las olas era, golpeando fuerte desde afuera, sin control...

No existía la esperanza de un nuevo día, ni de luz de sol...