la flaca

El trabajo de la Gata!!!

La Gata recuerda a Antonio, en aquella tarde fría de noviembre Antonio sería un dulce trago al llegar a casa…  tal vez muy dulce y arruga la cara.

 

Se envuelve entre el abrigo y sigue caminando, a veces no quiere llegar a casa, aunque después de aquella tragedia cambió de piso, buscó uno sin balcones y de ventanas pequeñas, se repite que no fue su culpa y que lo que debería cambiar es esa manía de salir con pendejos, pero a pesar de su monólogo de inocencia, lleva en el fondo un peso, un ardor, un cólico, es como si llevara su navaja hundida justo abajo de la xifoides afectándole la respiración cuando da el paso.

 

Pone atención a sus botas y su sonido en el adoquín, se pierde buscándole ritmo, adelanta y atrasa el paso como si tuviera cinco años y jugara a todo con nada.

 

En uno de los pasos resplandece la palanquilla, se detiene y la observa… es una de sus navajas favoritas, se agacha y la acomoda entre la bota, lleva otra entre el brasier y las tetas, y otra en la bolsa atrás del jeans, no es que ocupe tantas navajas, no es que la Gata ande con miedo, es que como ella dice es una Gata sin uñas.

 

Le vuelve Antonio de golpe y piensa porque lo recuerda tanto… y le cae de cinco porqué, debe encontrar trabajo antes de que la echen del piso, Antonio era poeta o sea un muerto de hambre y ella el polvo de un poeta, ¡vaya cliché! piensa, cuando Antonio tomó la dramática decisión, ella estaba en el trabajo y cuando volvió lo vio ahí cuál poema de amor trillado.

 

Ocupa trabajo, entra a un bar y pide un trago, el dueño la ve y como por arte de magia lo encuentra.