Mujer, tu que asumes con tus ojos de bella durmiente y confesantes de roca; luz y abismo al borde de esta carne que cae hasta tus pies como una alma perdida, que viéndose en el silencio como una rosa juvenil; termina floreciendo en un poema dulce en mi boca, escrito en un cuento sin salida.
Tú que pareces surgir, de lo inevitable, en secreta, que permaneces oculta de las palabras sin culpas que brotan en el fondo de mi alma, tú que le das sentido a mi vida transformando mis emociones en pensamientos, tú que nunca desmiente la pasión intacta en plena crisis de quererte, de contemplar la belleza equivocada mientras sueño con tenerte.
Tú que sola vives, sobre el espacio de mi tiempo; en un mundo donde solo circulas tú y tu retrato. Tú que alrededor de mi instinto, vas huyendo de mis pensamientos como un sueño equivocado, donde el sueño es ajeno, pero en la penumbra de mi soledad fría, amor; aunque seas dueña de otro, con cariño eterno, yo te seguiré amando.