Angel Montenegro

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Jamás dejaré que mi corazón te eche al olvido. Eres polvo en mí cuerpo, eres el amor, la epístola misma. Aquí donde te has consagrado diosa, haré que me duelas en lo alto del pecho la eternidad.
No puedo desistir de la piel, de las lenguas, de las miradas que me llenan de belleza.