El amor no se extingue de mi alma y lo intento.
Todos los espacios están cubiertos de dudas y
quedan bailando en el aire, todos los deseos.
¿Será que el amor es todo, menos firmeza?
No me atrevo a elegir un asilo para mi alma.
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Camino tímida cómo buscando sin encontrar.
¿Dónde podría poner todo lo que voy rumiando?
No hay respuestas a lo invisible, solo se siente.
He de encontrar la guía, he de recrear un cielo.
Alguien sabio me dijo, que allí, todo hallaría.
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Condenas son las dudas, cuando te acechan;
implacable es la conciencia cuando se entera.
Nada es más triste que no conocer las señales.
Qué es preciso sentir, para vivir, dicen los listos.
¡Ay, si yo pudiera vivir sin sentir estos dolores!
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Muchos me señalan y dicen que estoy muy loca…
Ante tales condenas, sólo me rio, como los locos.
En algún lugar impreciso, escuché, que los poetas
están condenados a vivir y morir en su locura...
No me aterra tal sanción, creo que nací penada.
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Siempre, lloraba y cantaba, sin saber el porqué.
Este canto ha sido motivo para mucha alegría.
Bailaba con desenfado hasta que algún curioso,
en su propio desenfreno y morbosidad gritaba:
“¡Muchacha, es que acaso, tú eres una loca!”.
Yo pensaba en ese instante: Cómo no estarlo.
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¡Ávidos están los otros, por hallar en tus trances,
las locuras propias, las que se niegan a examinar!