Se fundieron sus labios con los míos
y dos cuerpos se hicieron uno solo;
desplegando pasión de polo a polo
cual si fueran de fuego grandes ríos.
Despertamos voraces albedríos
inspirados con fuerza por Apolo;
olvidando molesto protocolo
que nos llena el espíritu de hastíos.
¡Y pintamos estrellas en el techo
que brillaban preciosas en la estancia;
alumbrando dos almas en el lecho
que saciaban, de amor, la miel que escancia;
y sintiendo su flama en nuestro pecho
disfrutamos su ardor en abundancia!
Autor: Aníbal Rodríguez.