EHUR OHR

Epílogo de una pena...

Desperté pensando en ti muy de mañana,

fui a tu alcoba y me senté sobre tu cama.

Se escurrió mi corazón por las mejillas

repasando mis caricias en tu almohada,

y se empapó con la lluvia de esta angustia.

Recorrí cada rincón de tu pasado

en cada cosa que quedó de tus recuerdos…

los peluches impotentes …inactivos sin su magia,

tus cuadernos arrumados…con sus hojas inconclusas,

tus tarjetas y juguetes empolvados…

y el aroma imaginario de tu imagen…

en el frasquito de perfume preferido.

En el clóset tus vestidos y zapatos…

añorando hacerle gala a tu inocencia,

y en el alma tu mirada suspendida…

suplicando una respuesta al cruel destino.

Me ahogó esta tristeza que hace años ya es rutina.

Me senté a acompañar mi desconsuelo…

sin ninguna ilusión que me reanime.

Esto es como vivir sin estar vivo…

extinguirse lentamente sin remedio…

sin alivio,

contemplando en la ventana de tu cuarto...

la campiña desteñida…

sin colores ni fragancias.

Nuestra historia se quedó paralizada,

abstraída en la tormenta de mi llanto.

Desde entonces…

Desde aquel terrible día en que te fuiste…

se secó nuestro jardín de fantasías.

Nuestro sol se enfrío de manera apresurada…

y sus rayos se disipan en el limbo de la espera,

ya no sirve…no calientan…

se convierte en un espectro que lastima,

se transforma en un rito que desgarra.

Me quedé en abandono permanente…

sin derecho a un suspiro de esperanza.

Me dan ganas de llamarte…

de rogar que me perdones,

me dan ganas de buscarte…

de salir sin rumbo cierto,

y encontrarte.

De abrazarme con tu ser…

y acabar la pesadilla de tu ausencia,

pero es tarde…

tú te fuiste aquel día…

sin saber que te marchabas…para siempre de mi vida.