Cuando era más joven odiaba a algunos hombres,
los que gustaban a la mayoría de las mujeres,
prepotentes, fuertes, arrogantes, simples,
masculinos, y en apariencia seguros de sus dotes.
Les echaba la culpa a ellos,
de que las mujeres que me gustaban,
no me hicieran caso, les hacía culpables,
de los gustos de otros seres humanos.
Sin embargo, ahora, pienso que si a una mujer le atrae,
ese tipo de hombre, ese es su camino y su suerte,
nunca odiaba a tipos intelectuales y cultos,
porque nunca se daba el caso y porque siempre los he respetado.
Esos hombres, sencillos y primitivos,
son como son, suelen ser más promiscuos,
porque su físico es uno de sus orgullos,
aunque siempre hay algunos distintos.
En el fondo, sigo siendo el mismo,
admiro más a los hombres cultos y refinados,
pero acepto que algunas mujeres prefieren otros tipos,
creo que somos grupos excluyentes y opuestos.
Mis amigos con los que puedo hablar de libros,
de inversiones, de estudios, para mí son más atractivos,
pero ya no trato de entender a las mujeres,
hace ya muchos años que no me veo capaz ni lo pretendo.