Talvez mañana en respuesta a todos mis agravios y mi torpe insistencia,
dijeras no recordar el nombre mío, ni el amor, ni los versos regalados
y talvez en repuesta a tu respuesta yo soltare una estridente carcajada
cansado ya de amarte, fatigado y desgastado por el tiempo
riera sin uso de razón y con mi despecho gritara nunca haberte amado.
Y riera con esa risa mía, desvergonzada, despiadada, con esa risa mezclada
con sabor a haber ganado, engañado y fingido siempre haberte amado,
talvez encontraras en mi alegría a un hombre cruel, mentiroso y hasta sádico,
entonces quizás me odiarás mucho más que antes,
no por el hecho de que aun me amaras.
Sino por el dolor que causa haber querido a un ser sin sentimientos
que hasta por momentos fue torpe, terco e insistente,
y cuando me odiares mucho más allá de los límites del odio,
sepa usted que yo seguiré riendo porque detrás de esa carcajada,
aun mucho más allá de esa piedra a la que llamo todavía hoy alma,
alma mía, aun detrás de esos pedazos de granito y piedra inservible
en que ahora va transformándose poco a poco mi corazón,
sin vida, inexistente y mas seco que el desierto mas cercano al sol,
sepa usted que detrás de esa sonrisa que albergará mi alegría no quedará nada,
solamente una sonrisa, sonrisa mas angustiada que la tristeza misma.