Ya me lié la manta a la cabeza,
quemé distancias, bajé escaleras
desde mi casa hasta tu casa.
En la oscuridad de los portales,
lejos de las aceras, bebí versos,
robé cenizas, maldije en tono grueso.
Oro, incienso y mirra, tiré
por la ventana, blasfemando,
borracho, contra la ira de Dios
y sus secuaces.
Y en fuentes apocalípticas,
renové, vaya usted a saber por qué,
mis ganas de vivir.
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