El día oscureció de repente y se hizo la noche.
Así, en ese ritmo enrarecido mi alma contrita
se sintió citada en la agonía añeja de sus penas.
La lluvia de mis ojos brotaba sin parar, sin alivio.
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No hay consuelo, para la enorme pena que siento.
¡Qué nos pasó decía y, en eco, repetía qué pasó!
Todo ahora, me sorprende y no entiendo, no hay
nada novedoso en este mi sentir, sólo un cuestionar.
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Ya es un sordo ruido que ni yo misma puedo juzgar.
Es el tiempo que todo lo acaba, me dice mi sombra.
La oscuridad me va envolviendo y dejó de sentir…
Cuando todo está oscuro afuera, también adentro.
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No soporto el silencio que habita mi senda hoy.
Nada se escucha, ni dentro ni fuera, así debe ser.
Siento la muerte y, respiro a pasos con el llanto.
No quiero huir del mundo, por eso me alejo huyo.
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Eso es lo mismo que vivir y sentir que, todo ya murió.
No se puede pensar en el amor cuando está muerto.
Son andantes y silentes, los que te miran y se ríen.
El amor es vida hasta que dejas de soñar y sólo lloras.
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¡No se puede huir del mundo cuando te llama el amor,
se pagará un alto precio, y al escapar, sólo verás el dolor!