Quisiera ser invisible
y salir por la ventana,
fugarme por la abertura
que hay debajo de la puerta,
pasar por la cerradura
junto a la sala desierta.
Y una vez estando fuera
ir flotando hasta tu casa
y sin que nadie me viera
diluirme en tu taza
de café y ser la primera
que los labios te rozara.
Me colaría hasta la ducha
y, bajo la regadera,
de jabón sería burbuja
transparente y tan ligera
que recorrería tu cuerpo
sin que apenas lo sintieras.
Sería el nudo en tu corbata,
tu camisa limpia y fresca
y hasta el agua de colonia
con que la barba te afeitas.
Te acompañaría, enredada
en tu reloj de pulsera.
Y ya después, por la noche,
cuando cansado volvieras
sería el almohadón de plumas
que acogiera tu cabeza
imaginando que sueñas
con nuestra vida en pareja.
¡Ay! Soñar no cuesta nada
para un alma prisionera
atrapada en otro cuerpo,
quizás hasta en otra era,
en un universo alterno,
tal vez en otro planeta
que te sueña noche a noche
y te mira en cada estrella…