Raiza N. Jiménez E.

Vivencias Dolientes. -

Cantando aprendí de presos, torturados y de hambre.

Supe de las guerras que traen muerte, sed y calambres.

Bebí mis lágrimas desde niña, sufriendo con los tangos.

Los hombres a guerrear y las minas a buscar un mango.

***

La historia cantada de hambre, burdeles y tragedias.

De ellas, no entendía, sé que parecían unas comedias.

Las Casas de Cita eran, lo que hoy llaman:  Burdeles.

Mujeres sometidas, por los patrones, a tratos crueles.

***

Amo el tango, nunca vi un canto que, contara tanto.

Quizás fue mi fisgoneo precoz que me llevó al canto.

Entendí que todo cambia y en música la gente innova.

De niña tangos y de joven baladas de la nueva trova.

***

Nada, pero el tango, para vivir aquello que no has vivido.

Al sonido de un triste tango vi más de uno conmovido.

Era niña, pero al tango me acostumbré y nunca me zafé.

Tristeza sentí y muchas veces, por los imaginarios, recé.

***

¡La música es parte de la vida, nos consuela y nos atrapa

y ante la sonoridad de los cantos el alma, no se nos escapa!