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**~Novela Corta - Llanto sin Lágrimas - Parte II~**

Margaret aunque quiso salir corriendo, no pudo más saber de que había llegado la primavera, y que ella sentía en ser como las rosas marchitas, y nadie sin poder mirar a ése espectro, cuando no se puede mirar ni sentir ni escuchar, porque era sólo un fantasma y muerto. Margaret quedó allí varada aunque creyó salir corriendo de allí. Donde mismo se suicidó con aquella daga que todavía tiene y sentía su herida desde su más recóndito pecho: su corazón. Porque cuando en el alma se vió como el mismo instante en que se cree de que ella no había muerto realmente, sus vecinos, porque realmente ella no tenía a nadie, no podían ni imaginar de que ella realmente estaba viva en un su propio cuerpo como un fantasma, ¿cómo logra Margaret salir de ese trance y de ese espectro en que esta atrapada como presa para la hiena?. Pues, no podía tomar un papel y escribir, no podía tomar el cuchillo, ni que su presencia fuera verdadera. Cuando en el secreto se vió horrorizada de un miedo, incluso por un pavor a muerte, y por un temor sin consecuencia. Y ella, se vió fea, llena de espantos, y de un temor adyacente de una penumbra y de una sombra adherida a su espectro por una luz trascendental. Por una sensación fría y de una demacrada vida yá como un débil fantasma. Y su ademán frío como el mismo hielo faltó como el deseo de creer en el desastre de dar con el silencio automatizando la espera por descansar en paz como todo muerto. Pero, no, ella se suicidó, y vió la marca en su pecho por una cicatriz indeleble, pues, yá era una cicatriz de una daga con dolor y perpetrada fielmente para morir, pero, aunque no quedó en paz, su vida fue y será la realidad. Una vida maltrecha, desolada, herida y sin más que la voluntad de un Dios, el cual, ella nunca logra conocer, pues, se suicidó dejando inerte su vida vagando en ese hogar sin poder descansar en paz. Ella, no logra cómo decir a la gente que quedó como un cruel fantasma, y desatando la euforia como tortura quedó Margaret vagando en el tiempo y más que eso en el tiempo, demostrando la era y la época en que vive Margaret como un fantasma o un espectro alucinante, translúcido, pero, indeleble, como queriendo amarrar su vida a ese fuego clandestino que quiso converger y cometer en delito, pero, aunque no pudo realizar se cosechó como un suburbio autónomo de creer en la pobre esperanza de dar con el mayor de un transparente espectro dentro de su plenitud por qué desnudando lo que en el silencio se siente como el mismo embate. Y de dar con lo delicado de un momento, hacia el más de los puros momentos cuando en su afán se tornó desesperadamente inocuo. Si dentro del coraje del corazón se entregó como la furia indeleble de querer amarrar el deseo de converger en el instinto suave y delicado. 

Porque cuando al hogar llega su hermana mayor a la mesa, ella, Margaret, la mira con ojos de compasión, cuando sólo quería y deseaba mirarla y ser visible, para otra vez, jugar a las muñecas en la casita, pero, no, no sólo la miró sino que le dió un beso de despedida sintiendo el frío en su mundo como si fuera un álgido viento que no podía con él. Cuando, de pronto, se vió atemorizada de espantos y de converger en un sólo ritmo, en el cual, se asusta con un ruido muy estruendoso que le dejó el oído muerto de espantos, pero, no, no se hizo ni visible ni más invisible, cuando en el alma se hizo como el torrente de sensaciones nuevas cuando en el alma se convirtió como en nieve trascendental. Cuando en su alma se vió como el embrujo de querer atar a su vida de un reflejo muerto, pero, tan seguro como lo es la luz del sol. Cuando, de repente, divagando en el tiempo y más en el ocaso frío se sintió como el desastre de dar con el amor de su familia a toda costa. Cuando en el instinto se dió como el mismo tormento, de dar con lo más apreciado de la vida, y era ese sol que le alumbra como luz y ella como un triste fantasma. Si en el instinto Margaret sintió lo que es ser un fantasma con una psicosis que aún le persigue, porque aún está como el fantasma de la soledad llevando aire solitario hacia un sólo instinto suave y delicado. Cuando la verdad se siente Margaret como si fuera un suave, pero, un cruel destino. Si a la verdad se siente como si fuera un hielo tan gélido como la misma nieve en el suelo o cayendo desde la temperatura más baja del mismo cielo. 

Cuando ella vé el cielo en una noche clandestina y de sola soledad, sólo se vió atemorizada de espantos, cuando ella cree en ser insípida, y con una fuerza en ímpetu sobresaliente. Si ella Margaret se vió atrapada, insuficiente, intransigente, y herida, dentro de un cruel fantasma, el cual, era como un ademán tan frío como el haber sido un espectro trascendental y muy fabuloso, pues, su luz era transparente, translúcida y fantástica. Porque cuando en el alma se vió como el principio, se siente como el desastre de creer en el ocaso vivo, cuando en el alma se sintió como el fuego que pretende hacer para poder morir. Cuando en el alma se sintió como el agua o como la misma lluvia que corre por el hogar donde Margaret se suicidó. Cuando en el alma sintió el deseo y más que eso en su caminar lento y apaciguado por una calma desastrosa en querer amarrar el inicio de dar con el alma un juego por temer en querer amar el instante de querer el opaco desenlace. Y quería un final como el mismo instante en que se llevó su forma de morir, pero, no murió como se esperaba, sino que quedó como un fantasma o un espectro alucinante, en la cual, se sintió como la fuerza en querer destruir su fuerza. Si desafortunadamente en el alma quedó como un triste fantasma, en la cual, se llenó de iras insolventes y de amar fuertemente con su mismo cuerpo, pero, vacío e inerte, como un terrible desafío en querer amar lo funesto y lo más débil del alma fría. Si dentro de lo imposible se cuece de tiempo y de mal porvenir socavando muy dentro de sí misma. Cuando en el alma quedó como el instante en que se siente como los celos del alma buscando amor y no lo halla jamás. Cuando si dentro del coraje silencioso de un sólo desastre se vió atormentado en querer dar con el alma a ciegas unificando la esencia y más que eso un convite en dar con el reflejo de mirar el instinto de ella como un fantasma cruel y con tanta soberbia. Cuando en el alma se vió forzada de tiempo y en querer amarrar el viento a su piel y ni aún así pudo ella. Cuando el fantasma se vió dentro del ocaso vivo y se aferró al desierto mágico en creer en el imperio sosegado de dar con el instante con el mal deseo de converger en el alma viva. Y su alma llorando a lágrima viva, pero, con llanto sin lágrimas.

 

Continuará………………………………………………………………………………………...