Ai, llorona.
Si de tu pena me pudiera hacer partícipe,
si de tus lágrimas amargas pudiera volver a nacer...
¿qué sucedería?
Ai, pobrecilla su pura alma.
¡Qué gran pena tengo, llorona mía!
Si de tu cima acortinada pudiera escalar,
si esta (yo misma) la pudiera arrancar,
¿derramaría mucha sandía?
Ai, pequeña llorona.
Ojalá poder acunarte
con una dulce melodía.
Ojalá poderle acuchillar
su débil y lisa tráquea.
Lamento tras lamento,
llanto tras llanto:
derivado de tus amargas gotas.
Ojalá susurrar esta melodiosa sinfonia
a tus pequeñitos oídos,
a tus achuchables mejillas.
Ojalá reventarle, estallarle, detonarle, ...
sus sordos tímpanos.
¡Quisiera hacerlo!
... ojalá conseguirlo.