Y Margaret sin conciencia, sin memoria y sin predisposición de querer amar lo que converge en el alma. Y en una sola solución y en una sola salida que era el abismo cruel de un suicido, el cual, la llevó por siempre hacia el mismo misterio de dar con la única solución de marcharse por el precipicio hacia el más bajo abismo en querer amarrar la muerte hacia el mismo abismo. Creyendo en la fuerza y más en la manera de dar con el suplicio autónomo de caer en el desahucio sin querer ser muerte segura, pero, no sólo lo logró sino que quedó varada allí mismo muerta e intransigente llena de penurias y soslayando una sola forma de converger el tiempo y más que eso en la sola soledad. Cuando en la alborada comienza en un gran e inmenso suplicio en querer morir y descansar en paz, pero, ella, se siente al acecho de dar con la única solución de dar con la verdad unificando la esencia y la presencia en convertir su figura en trascendental. Si dentro del ocaso frío se fue interrumpiendo el deseo y más que eso se fue de la muerte insegura de terror. Cuando en la alborada, se enfrío el deseo y más que eso se convirtió en un sólo mal desastre en converger el silencio y más que eso en el albergue autónomo de dar con el ciclón de la tempestad dentro de su propia alma. Y caminó en la habitación recordando a un pasado en pretérito perfecto. Cuando Margaret se aferró al comienzo, cuando se intensificó lo más inadecuado de un todo, cuando en su forma de creer en el alma devastada quiso regresar cuando muere y se convierte en un cruel fantasma y sin poder ser visible ni escuchada ni mucho menos ser sentida. Sólo ella quiere ser visible, otra vez, que aunque fuera despedirse de los suyos, o de mirar el sol, otra vez, cuando en el instinto de volcó su mirada en mirar al sol. Sólo Margaret quiere ser la más visible posible de todos los tiempos, cuando en el aire y en su sentido automatizó la espera y tan inesperada de dar con la única salvación en querer amarrar su alma al viento o cosechar lo que en cada rosa marchita era ella. Y se fue por donde sale el sol por la alborada viendo y observando desde lejos a su pobre alma devastada de tiempo y más por una luz descendente, pero, álgida. Y Margaret se vió aterrada, fría e inestable, cuando en el tiempo sólo el tiempo pasó de largo como pasa el ocaso y llega otra noche. Cuando en el ocaso se desvive de tiempo y de iras candentes, cuando en el alma, sólo en el alma se vió atemorizada de un espanto nocturno. Y llegó la luz, cuando en el ocaso muerto se vió inalterado, por un frío desbaratando a la amarga soledad y a la triste conmiseración de querer amar el alma con la triste insinuación de un alma llena de luz, pero, tan gélida como el mismo hielo frío. Porque cuando albergó en su pobre corazón un adiós, Margaret no quiso desaparecer jamás. Sólo ella se fue por donde empieza el camino cerrando y errar un error o un fracaso de morir bajo el suicido. Y quiso ser como el ave rapaz, volar como depredador, y apresar a su presa, pero, la presa era ella dentro de un cruel fantasma. Cuando no se obtiene la fría sensación cuando converge el tiempo, y más que eso en el tiempo oscuro y lleno de fríos malos e inconsecuentes. Si en el alma se oscureció de tiempo y por una manera cruel y adyacente por una sombra inerte y tan fría como el mismo hielo en la misma piel. Cuando en el alma se sintió como el pasaje de ida y sin regreso, cuando en la forma de ver el cielo, se enfrío el ocaso inerte en salvaguardar lo que era su piel y más que eso en el alma a solas y en eterna soledad. Cuando en el alma de Margaret se debió de electrizar la hoja volando al viento cuando en el ocaso frío se vió de tal manera como la vil forma de creer en el mal infundado de dar con el alma una furia destrozando toda luz. Cuando en el alma se siente como el ave poder lejos de allí mismo cuando ocurre el desastre de creer en el sol a cuestas de la razón verdadera. Si en el desenlace final se electrizó la forma de dar con el fin a sabiendas de la verdad, cuando el fantasma se sintió como lo suave de un todo, automatizando la espera y tan inesperada de dar con el silbido como el desafío inerte de una mentira, pero, por una impoluta verdad, de que ella era un fantasma. Si en ese instante en que se guardó el más recóndito corazón, se vió electrizando la manera de ver el cielo de azul en vez de una triste tempestad. Porque cuando en la alborada ella vió al sol como el frío o como el mismo desenlace de creer en la vida si se vió como el desastre, pero, inocuo. Cuando al final de un todo se electrizó la forma de creer en el sol, cuando en la forma de dar con el alma debió de creer Margaret en el horizonte de ese mar de frente a ella. Cuando Margaret se le enfrío el deseo de convertir un sólo trance imperfecto de creer en la alborada llena de un sol se convierte en un sólo desafío inerte y tan suave como el mismo imperio sosegado. E inerte como el mismo soslayo lloró con llanto sin lágrimas. Cuando en la alborada no se calmó ni se siente como el mismo pasaje de ida y sin regreso. Si en la mañana quiso en ser como el mismo sol, pero dejando frío el instante cuando en el alma se aferró el desierto efímero de creer en el desenlace final de dar con el alma devastada de iras insolventes. Cuando en el alma se siente como el mismo paraje de iras inconclusas de mirar al sol en cada desilución. Y Margaret se vió horrorizada de un espanto nocturno cuando en su alma devastó de furia y por una euforia sin poder concluir la vida misma. Cuando el desenlace de un fin se vió aferrada de espantos nocturnos de mirar en el convite ajeno de dar con el alma fría y de un sólo tiempo inerte. Si se aferró al más grande e inmenso desastre de creer en el alma a ciegas, en la más cruel tempestad como converger en el ademán tan frío como el mismo hielo o como la misma nieve. Si fue como destruir en el alma una furia en la cosecha de un embriagado tormento como lo fue en el alma un ademán tan frío como el mismo desastre de creer en el alma sin sol sino con lluvia automatizando la espera y tan inesperada. Cuando en el alma se enfrió el mismo convenio cuando era sólo un fantasma, como un espectro muerto y tan transparente y tan translúcido. Cuando en su alma se vió aterrada de un espanto nocturno, cuando en el silencio recordó lo que dijo antes de morir, -“el deseo se hace vivo cuando quieres morir con llanto sin lágrimas”-, cuando en su forma y más en su mente se electrizó la forma de dar con el silencio enmudeciendo e inmutando lo que más se siente amar a ese cruel cuerpo fantasmagórico. Cuando la ilusión se siente como el más suave y delirante fuego de ilusión devastada en creer en el más delirante de los fuegos trascendentales. Cuando su alma estaba como pintada en la pared y como un cruel destino se vé el triunfo de un fantasma cruel si descorazonadamente se entristece de tiempo y de un sólo combate se debate en la forma más exacta de dar con el silencio recordando lo que dijo, -“el deseo se hace vivo cuando quieres morir con llanto sin lágrimas”-. Si en el silencio sustrae una forma de ver el cielo de una manera incoherente y tan vil como lo fue amarrar su corazón sin toda razón. Cuando en el alma fue como buscar dentro del ocaso vivo una fuerza en espelunca cuando en el desierto efímero se vió como el mismo tormento, y tan frío como la misma mala sensación, de dar con el reflejo autónomo de dar con el silencio, pero, recordando el tiempo atrás e inestable como la herida más profunda de dar con el silencio. Si dentro del ocaso muerto llegó la vieja noche, cuando en su mundo se electrizó la forma de sentir el silencio cerca y en su oír. Cuando en su razón se sintió como en la alborada fría e inestable como el sinónimo de dar con el alma rota, y con el alma devastada de fríos y de álgido porvenir. Y Margaret se fue por donde se vé el sol en la mañana cuando sale el sol en la alborada mágica de dar con el reflejo un suburbio autónomo de dar con el alma con toda una verdad. Cuando de frente se vió como el mismo antónimo de dar con el reflejo de dar con una sola solución en la manera de dar con el soplo de una verdad autónoma de dar con el silencio en la sola soledad. Cuando en el alma y en la sola salvedad de creer en el desierto autónomo de dar con la verdad de ser un triste fantasma se vió aferrada a dar con el silencio y no con el alma llena de saber que su alma divaga en ese cuerpo en un cruel fantasma. Cuando en el alma se sabe que el deseo se convierte en un sólo trance de sentir la misma fuerza en el alma devastada de silencio y de un suave delirio. Y Margaret se vió como el tiempo, cuando en el alma se enterneció su alma, cuando en el convite de un todo se vió como el alma dentro del alma llena de una verdad tan verdadera como el ocaso lleno de un frío si así era su alma devastada de un sólo por qué y tan desnudo de una sola soledad. Cuando en su alma divaga como una teofanía al presente de un todo. Cuando se llama un sólo desastre efímero, pero, tan perenne como la única salvación de querer amarrar el hambre con la sed de su propia alma devastada de furia y de un mal inconsciente deseando abrir el sarcófago y penetrar al fondo de ése cuerpo muerto pero, no, no puede ni podía más que vivir así, como un cruel y un vil fantasma. Si Margaret aprendió de todo y como llevar el alma, su alma, como un fantasma frío y mal inconsciente de crear un suburbio autónomo de dar con el alma vestida de luz translúcida y tan transparente como el mismo diamante. Cuando en su mundo se sintió como el aire o como el mismo fin desenlace en querer amarrar el fin a su alma. Y Margaret devastada de fríos y por un crudo sentimiento se vió aterrada a su instinto fabuloso de crear en el alma un hechizo. Y no era de un sólo sentir cuando en el alma y su alma se vió como el deseo y como el mismo cielo devastado. Y sin sentir sus lágrimas así quedó con llanto sin lágrimas sin poder ser traspasadas en el alma y en su cuerpo.
Continuará…………………………………………………………………………………….