Se burlaron de mí en todo.
Creían lo grande en eso,
nunca pensaron ni el modo
que alcanzara mi progreso;
no dudé de hacerme el fuerte
para alertar en mis rimas
la poesía en las cimas
que me aventaron a muerte.
Resé sin medida a Dios
por mi alrededor naciente,
no me hirió nada entre nos,
yo siempre seguí de frente.
Casi me perdí en asfalto
cuando miraba al obrero,
ser mi más fiel consejero
que por siempre llevo en alto.
Volví con las ansias locas
para declarar verdad,
tengo de balón las rocas
y en testigo mi humildad.
Hubo promesa de paz
allá por los tentadores,
no sé quiénes son mejores;
todo queda si es falaz.
Oye a mi gente capaz
de luchar por su alegría,
por palabras de la faz
que casi nunca escribía.
¡Viva ya esta poesía!
que arremete los recodos;
¡viva esa, viva la mía!
¡viva la rima de todos!
Samuel Dixon [29/11/2021]