!Puedo llamarte así, amor, mi amor!
Lo has sido en mi mente por lunas infinitas.
No me tiembla frente a ti nada y ni el pudor
ante la fiebre con la que, el amor, me habita.
! Me acerco y acomodo en la orillas solitarias
de mi alma impúdica que te anhela!
Quiero contarte mis penas que son varias,
en las oscuras noches que la luna pincela.
!Tu amor! Ahora, es mi deliro en el dolor.
Pienso que por siempre te quise y te he querido.
Así como se ama en el jardín, a una linda flor
cuyas filosas espinas, te han herido.
!Muchas querencias guardé en mi pecho
de amante enternecida que quería darte!
Todos mis besos te esperaron en mi lecho.
No lo pensé, hubiera deseado no quererte.
Mis ojos, esos mis verdugos son inclementes
y tuvieron la insensata osadía de mirarte
y encendieron en mis labios dementes,
la hoguera de un amor, para mi, apasionante.
¿Eran mis besos o sólo fue algún beso tuyo,
el que encendió delirante, mis sentidos?
¿Fue ese beso apasionado del que mi locura huyó
o fueron esos mil besos de mis labios ardidos?
¡Mi locura es manifiesta y ante ti se hace eco,
ya que de todos tus anhelados besos hoy carezco!
Quise amarte y adorarte al desnudo,
sin que nadie nos mirara, entre cortinas.
Decirte sin misterios que a este amor saludo
y darte este mi regalo, sin pasiones mezquinas.
¡ Yo en verdad, sólo quería llamarte: mi amor,
pero, dudabas de ti y de mí y te abrazó el terror!