He llegado a ti para purificarme, sin dogmas ni ritos
Para despertar sin miedo,
A pesar de la negritud de la noche que me anticipa
He llegado para ser bautizado, sin catequesis ni deidades
En la pureza de tu vientre, postrado como un cielo blanco
Libre de blasfemias,
Con mis labios contorsionando sobre tu piel inocente
Como profecía de océano, inmenso, irreverente
He llegado con sed, en busca del agua vivificante
Como marea que asoma ingenua, mirando dentro de mi
Sumergiéndome en tus fluidos, sin miedos, sin cadenas
Sin lágrimas salobres, sin espantos
He llegado para la ablución de mi pasado
Para despertar a otro mundo, con los mismos huesos
Y con otra alma, envuelta en tus cabellos de seda
Inmerso en tu aroma como bálsamo
Líbrame, atándome a tu pecho
Líbrame, anudándome a tu deseo
Líbrame, liándome a tu latido
Para nunca volver al olvido
Al silencio de las horas
He llegado a ti, a recalar en tu orilla
Como el mar que se abandona en la arena
Naufragando en tu piel
Consagrándome a tu matriz