Aquella noche de fiesta
sus ojos con su dulzura,
lo miraron;
y con su mirada presta
desbordada de ternura,
lo abrazaron.
Y con amor prodigaron
juntando sus corazones,
amorosos;
porque sus ojos brillaron
como luceros fisgones,
primorosos.
Porque la dulce mirada
del imberbe que ha nacido,
es tesoro;
generando su llegada
un amor que enternecido,
edulcoro.
Y su mano delicada
con su piel de terciopelo,
rememora;
la ternura acumulada
que revive hoy en su abuelo,
que lo adora.
Y en su abuelo ha revivido
su concepción amorosa,
por cultura;
que de nuevo ha recibido
y vuelto el alma dichosa,
su criatura.
Hoy los recuerdos volvieron
con el jardín de jazmines,
muy repleto;
y feliz amanecieron
disfrutando sus festines
con su nieto.
Permanecen en vigilia
cuidando el bello rosal
y el capullo;
porque aumentaron la filia
la fiel familia Espinal,
con orgullo.