Me regalaste tu sonrisa aquella
tarde, yo me puse como un niño,
nervioso, que bonito fué;
hoy llevo en mí tu ternura de mujer.
Cada que llega a mi habitación, disfrutamos del amor, y me dejas
alegre, que hasta me voy a navegar.
Soy tan dichoso, que mi trabajo es duro,
pero tú recuerdo, mis días, los veo
rosados. Que encanto eres tú
mujer, en mi corazón con amor.