Te extraño corazón, te extraño
y debo aceptarlo, debo confesarlo.
Vienes a mi mente con vaivén melancólico
y abres mis neuronas para inyectarte allí.
La ciencia no podrá ayudarme,
ni todo el adelanto científico existente.
¿Quién podrá penetrar lo más profundo
de este ser embaucador y triste?
¡Te extraño corazón, te extraño!
Vienes y te anidas dentro de mis pensamientos
y una imagen veo resplandecer en mi soledad
mientras me exiges que escriba estas líneas.
Ay amor, como duele mirarte en esta ausencia.
Consumes las últimas fuerzas que logré adquirir
y robas la poca paz que todavía tengo...
Corazón, me haces daño, me entristeces.
Furtiva niña incandescente que no será mía,
virginal emblema de una noche constelada.
Te extraño y extrañarte es como un veneno
que me hace vociferar: ¡ven!
Te extraño corazón, te extraño.
Te escabulles por mi cielo empedernido
cual gacela perseguida por la muerte;
vienes y te vas y eso me hace daño.
Bellísima representación de alegrías,
representante de la hermosura femenina,
vienes y te vas, vas y vienes
cual marea que marea mis sentidos.
¡Te extraño corazón, te extraño!