Inconsciente realidad que nos castiga,
imponiendo la doctrina del silencio;
almas que vagan pendientes de su juicio,
en un mundo donde turnos ya no quedan
para entierros…
Escapados de la espera del suplicio
que les toca por decreto simplemente,
los poetas nunca saben de su juicio
porque nunca se preocupan de su suerte.
Ignorantes de la esencia rutinaria
que padecen los humanos más comunes,
un poeta nunca vive en este mundo,
nunca sabe del dolor de los inertes
porque él vive en cementerios de la suerte.
Suerte es la de existir en otro tiempo,
y viajar sin llevar el equipaje,
solo porta un poema en el cerebro
y no tiene la moneda del peaje.
Frank Calle (30/ nov/ 2021)