Cuando el dolor es inmenso
y las lágrimas no alcanzan,
cuando el amor te rebalsa
y desborda tus sentidos
y no puedes con palabras
expresar tus añoranzas
por el que tanto has amado,
entonces llega el alivio
y encuentras cierto consuelo
enviando cartas al cielo
con tus versos derramados.
AMOR Y DOLOR
Descubrí la suavidad de tu piel
cuando ya la vida se te había escapado
en un instante impensado...
y pude acariciarte
como nunca dejaste que lo hiciera
aprovechando ese cruel momento
para derrochar caricias y besos
que nunca pude darte.
¿Por qué no te dejabas abrazar
como todo hijo quiere hacerlo?
¿Qué tonta timidez te impedía
recibir nuestras caricias?
Y ahora me sobran besos
y lágrimas para darte
y todo ese amor
que nunca pude demostrarte
hoy me estalla por dentro...
Tal vez desde lo alto puedas verme
y comprobar mi desaliento...
¡Huérfana estoy!
Comprendiendo el enorme dolor
que encierra esa palabra.
Huérfana...ya no tengo
ese pilar donde apoyarme
y te extraño tanto
y te lloro cada día
e imploro tu perdón
por no haberte dado
aunque sea solo un poco
de ese tiempo que nunca tengo
devorada por la rueda de la vida...
¡Perdón mamá!
La culpa no me abandona
y te extraño y te lloro
y te imploro...
Tal vez algún día pueda darte
ese abrazo negado.