Era triste aquel paisaje,
la luna rota, la ropa sucia
y el miedo corría en silencio..., la penumbra.
Era de Sol aquella mañana
y lo apagó un pedazo de nube gris.
Que ironía del destino,
saberse fuerte y ser tan frágil.
Se fue sola,
caminó sobre las piedras en un mar de lágrimas
y al terminar sus pasos no miró atrás,
corrió...
corrió con calma, como quien se arrastra
y dejó atrás la nube gris, la luna rota,
abrió los brazos, sacudió su camisa,
tartamudeó un suspiro
y sumergida en el mar de sus lágrimas
se cubrió de olvido.
Dialicex