Aún en lo oculto,
donde brilla el destello
y la sombra y su multitud
se mutilan a sí mismas,
clausuro yo el viento,
el aire caliente, donde
se arrojan, incendiándose,
los niños cabeza arriba.
Catedrales sumergidas,
en lo alto de los pueblos,
donde habitan los sueños,
como corchos y tapones
de adolescentes descreídos.
Aún en lo oscuro, donde
se ocultan brillos y retales,
forja la odisea su misterio,
en aquello que, simula, ser
nocturno, ondulación de horizonte.
Todavía en tu cabello,
colecciones de caracolas
que se arrastran sobre montículos;
activándose entre multitudes,
como estambres quietos de flores
y molinillos.
Yo vivo aún de tu perfume,
de lo olvidado como ovillo,
que engendrara su fértil niño;
cerca del otero que
te vio partir, en silencio-.
©