Hoy, cumplo años y rezo agradecida, por tener tanto.
Nunca pensé que, a esta edad, aquí aún me encontrara.
Vivo en un país borrascoso y ausente de sus cantos.
Estoy acá, cantándome; como antes, a otros cantará.
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Hoy evocando a Whitman, decidí cantarme a mí misma
y a la frase de mi madre: “No llores si no estás sola”.
Razón tenía ella, ya que los poetas, nos dan su carisma.
Unos cantan desde la soledad de su alma y sin fonola.
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Ellos lloran sus desencantos y si no hay versos mueren.
Ser poeta, no es asunto fácil, se te escurren los dolores,
y ya no piensas, solo escuchas, lo que muchos sugieren.
Anima ver emerger el arcoíris y sus fulgurantes colores.
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El poeta como el payaso, ríe, siente, sufre y vuelve a reír.
El fisgón incauto, lo mira alegre y glorifica su contentura.
Nadie ve su atisbo triste, si le viera el alma, habría de huir.
La vida tiene recompensas y momentos de feliz aventura.
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En horas de mengua, dicen los sabios: echa mano del ayer.
Mucha razón tienen, esos que corean qué: recordar es vivir.
Hoy me celebro, y en lo bueno y en lo malo, no me reclamo.
Todos los días del ayer y del hoy, son prácticas del renacer.
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¡No había pensado en escribirme o cantarme a mí misma,
hoy consciente de esta fortuna de vivir, el soñar me abisma.