La línea del tiempo no conoce fronteras,
ni separó nunca la dictadura de la democracia.
Nosotros somos la prueba viviente,
de que continúo la represión , el silencio, y los laberintos de poder,
que a muchos nos hizo víctimas.
Y el tiempo en democracia fue sembrado de esperanza e hipocresía.
Así hubo derecho de manifestación ,
como represaliados por manifestarse.
Estuvieron quienes quisieron pasar página al patriarcado,
a la mojigatería sexual y religiosa del país.
Y acabaron en tribunales condenados.
Se creo un estado de bienestar tan potente como la democracia.
Que dejaba a la gente sin derecho a techo para dárselo a los bancos y fondos financieros.
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Hubo quien conoció las nuevas tecnologías de las redes sociales.
Y conoció la pesadilla de la represión en democracia.
Pero las víctimas de ese francotirador llamado represión,
resistimos con nuestras heridas como lo hicieron en la dictadura.
Por eso tenemos el deber de interpretan los tiempos con nuestros testimonios:
de llanto, de sangre, de lágrimas, de condenas de prisión, de exclusión social , de humillaciones, de multas, de torturas, de impotencia y rabia, de víctimas como las del delito , o como las víctimas del terrorismo.
Porque el represaliado es alguien que ha tomado partido en la vida defendiendo una posición sin hipocresía, y ha sido herido.