Nos sumergimos, lentamente,
en el pantano de la agonía
y no hacemos el menor intento de salir.
Es como caminar sosegado
a través de un campo minado,
sin la menor precaución,
con diminuto grano de preocupación.
con los problemas hasta el cuello,
tirando del cabello,
pellizcando tus mejillas
como lo hace un adulto imprudente
a un pequeño inocente .
El pasado pisando los talones,
tratando de hacerte voltear,
llamando a tu espalda con un dedo
rasguñando con los demás,
susurrando a tu oído
lo que anhelas escuchar.
El futuro haciendo señas a lo lejos,
movimientos frenéticos, desesperados,
pues ignora el estanque de vértigo
viscoso en el que te encuentras.
Aunado a esto,
gigantesco pesimista habita la psique,
argumentando de manera excelente
las bastas razones para dejarte hundir.
Al mismo tiempo el enano,
el que te alienta, esta hibernando.r Probablemente ha muerto y aún no lo sabes,
quizá lo devoró su vecino,
tal vez se quedó mudo,
o sus consejos son
en un tono muy bajo,
inaudible.
Tu interior vacío, totalmente vacío,
como una miserable cáscara,
como un caparazón rígido, pesado.
Cual si fuera poco,
no falta el que arroja escoria al pasar,
pertenencias inservibles
que quieren deshacerse
o peor aún;
solicitando ayuda,
ignorando tu situación.
Pese a ello, debes
permitirte caprichosamente sonreír,
sonríe, como si supieras hacerlo,
como si te saliera bien,
sonríe, como si te pagaran al hacerlo,
oblígate a rendir risas tan fluidas,
que se crean reales ante cualquiera
empezando por ti mismo.