Qué rara complicación de dedos
y qué estupenda confirmación, los besos.
Se escucha formar arenas, a los labios,
que anclan sobre el hueso agreste e iluminado.
Qué formación de minerales, con gotas de agua,
estalactitas, estalagmitas, lo que recuerdo, soledad
de cipreses.
Qué extraña combinación de sombras y luceros,
que esculpe el cielo y lo retira, anegándose.
Vigor de primavera, nubes de piedra,
el sol rebota contra calendarios y paneras.
Qué extraño todo, cómo se cierne
la sombra del alcotán sobre el pupitre.
Yo, medio ojeroso, parto hacia los terraplenes,
arrojando sal a la escuela y a las flores-.
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