¿Dónde te escondes,
paloma, con mis besos,
pues no te veo?
La tarde avanza,
el parque está desierto
y no apareces.
El viejo banco,
envuelve la figura
de quien te espera.
Es el anciano,
quizás el vagabundo,
con sus migajas.
Él te las daba
y tú las recogías
en tantas tardes.
Hoy la tristeza
planea en sus pestañas,
algo nubladas.
Y es que te busca,
nerviosa, su mirada,
por todas partes.
Tú le dejabas
la paz que representas
y llevas dentro.
Él te precisa,
lo mismo que tus besos
y su ternura.
Rafael Sánchez Ortega ©
15/09/21