Nací a un día de que muera,
fue por ahí del año dos mil y pico
mi madre me saludo como si ya me conociera,
y mi padre solo fumo su cigarrillo.
Desde el primer día supe que
era tan poco el tiempo que se nos otorgaba
al principio quería ser un filósofo
o una carrera que el mundo cambiará.
Terminé siendo oficinista de mierda
un hombre que su tristeza renueva
que pocas veces sale de su cueva
tampoco de verdad la cueva es mi casa,
siento que la cueva está en mi alma.
Pero mi casa la considero una armadura
pocas veces hay una luz en ella
aún con mis ventanas siempre abiertas
en las noches entran mujeres
y abren sus piernas
vaya que esas mujeres, solo son mujeres
necesito personas, necesito palabras
necesito algo y no sé por qué.
Cuando iba a la escuela,
entendí algo de la necesidad humana
que triste la humanidad ¿no?
contarles en esta breve autobiografía
mi vida tan poco interesante.
Siento que voy a morir pronto
y solo cuento los segundos
me hubiera gustado ser
esos hombres en las películas
con una vida grandiosa,
vivir con las esperanzas
de que soy buena persona.
Si fuera con un psicólogo
se reiría de mí, sé que estoy mal
eso es lo peor de todo,
que este ya casi viejo
sabe que de verdad está mal
y solo pierde sus horas.
Mas no sé,
me estoy volviendo adicto
a esta oscuridad
es como estar en stand-by,
o sea jamás soy feliz,
tampoco tan triste.
Solo estoy, es lo peor
solo estoy, es lo mejor
solo estoy
con la obscuridad en mis adentros
obscuridad en mi sangre
oscuridad en mi sin vida.